La ONG paleña Amfremar ofrece desde octubre una media de 30 comidas diarias a personas necesitadas. Los vecinos colaboran aportando alimentos
MÁLAGA. La ONG Amigos Malagueños de Familias de Rehabilitados y Marginados (Amfremar) ha adaptado su sede de la calle Practicante Fernández Alcolea, en El Palo, para convertirse a diario en un comedor social que está sacando de apuros a muchos vecinos del barrio y los alrededores. "Empezamos el 15 de octubre sirviendo diez comidas diarias y ayer tuvimos 36; de media ofrecemos 30 comidas al día", explica Fernando Gutiérrez, profesor de Matemáticas y responsable de Amfremar.La ONG, que dejó su sede hace un año por la crisis, ha regresado gracias al bonito gesto del propietario, cuenta Fernando Gutiérrez, que le ofrece buenas condiciones de alquiler. Gracias a estas instalaciones, de 13.30 a 15.00 de la tarde pueden ofrecer comidas muy completas a personas necesitadas. El menú del día: guisadillo de carne, huevo frito con patatas a lo pobre y de postre, melocotón."Aquí vienen indigentes, transeúntes que pasan por la barriada, personas en paro, inmigrantes sin ninguna entrada de dinero y también personas con la pensión no contributiva", cuenta Fernando. Para este último grupo, el menú le cuesta 2,5 euros, para el resto, la comida es gratuita. Pensionista no contributivo, con un pensión de algo más de 300 euros es Antonio González, transportista y vendedor de vinos jubilado que vive en Pedregalejo. "Esta idea me parece estupenda", señala. También le soluciona el almuerzo a Hilarión y Eusebia, un matrimonio de bolivianos. Hilarión cuenta que ganaba hasta 1.700 euros mensuales en la construcción pero desde septiembre está en paro. A la espera de una entrevista de trabajo para las obras del metro, cuenta que el comedor "nos ha venido bien porque el desempleo que estoy cobrando casi no me cubre". Para Peter o Pedro, un indigente alemán de 43 años que abre a los clientes las puertas de un supermercado, esta comida diaria le da la vida. "Lo necesito", cuenta. La sonrisa que irradia lo dice todo.Fernando Gutiérrez resalta que en caso de que la persona no pueda acudir por enfermedad, "también le llevamos la comida a su casa".En la actualidad, el comedor funciona gracias a una persona fija y dos voluntarias. Una de ellas es Maida, una joven boliviana que confiesa sentirse bien "ayudando a las personas". Su deseo es que "toda la barriada del Palo conozca el comedor y colabore". Esto último, cuenta el responsable de Amfremar, ya se están produciendo. "Las familias vienen aquí y un día nos dejan garbanzos, otros macarrones o azúcar". Cada plato de comida le cuesta a Amfremar cinco euros y la ONG tiene que pagar todavía 4.000 euros que restan de las obras del local. La ONG paleña anima a los vecinos a colaborar, bien como socios o como voluntarios, ayudando en el comedor. El esfuerzo vale la pena.
MÁLAGA. La ONG Amigos Malagueños de Familias de Rehabilitados y Marginados (Amfremar) ha adaptado su sede de la calle Practicante Fernández Alcolea, en El Palo, para convertirse a diario en un comedor social que está sacando de apuros a muchos vecinos del barrio y los alrededores. "Empezamos el 15 de octubre sirviendo diez comidas diarias y ayer tuvimos 36; de media ofrecemos 30 comidas al día", explica Fernando Gutiérrez, profesor de Matemáticas y responsable de Amfremar.La ONG, que dejó su sede hace un año por la crisis, ha regresado gracias al bonito gesto del propietario, cuenta Fernando Gutiérrez, que le ofrece buenas condiciones de alquiler. Gracias a estas instalaciones, de 13.30 a 15.00 de la tarde pueden ofrecer comidas muy completas a personas necesitadas. El menú del día: guisadillo de carne, huevo frito con patatas a lo pobre y de postre, melocotón."Aquí vienen indigentes, transeúntes que pasan por la barriada, personas en paro, inmigrantes sin ninguna entrada de dinero y también personas con la pensión no contributiva", cuenta Fernando. Para este último grupo, el menú le cuesta 2,5 euros, para el resto, la comida es gratuita. Pensionista no contributivo, con un pensión de algo más de 300 euros es Antonio González, transportista y vendedor de vinos jubilado que vive en Pedregalejo. "Esta idea me parece estupenda", señala. También le soluciona el almuerzo a Hilarión y Eusebia, un matrimonio de bolivianos. Hilarión cuenta que ganaba hasta 1.700 euros mensuales en la construcción pero desde septiembre está en paro. A la espera de una entrevista de trabajo para las obras del metro, cuenta que el comedor "nos ha venido bien porque el desempleo que estoy cobrando casi no me cubre". Para Peter o Pedro, un indigente alemán de 43 años que abre a los clientes las puertas de un supermercado, esta comida diaria le da la vida. "Lo necesito", cuenta. La sonrisa que irradia lo dice todo.Fernando Gutiérrez resalta que en caso de que la persona no pueda acudir por enfermedad, "también le llevamos la comida a su casa".En la actualidad, el comedor funciona gracias a una persona fija y dos voluntarias. Una de ellas es Maida, una joven boliviana que confiesa sentirse bien "ayudando a las personas". Su deseo es que "toda la barriada del Palo conozca el comedor y colabore". Esto último, cuenta el responsable de Amfremar, ya se están produciendo. "Las familias vienen aquí y un día nos dejan garbanzos, otros macarrones o azúcar". Cada plato de comida le cuesta a Amfremar cinco euros y la ONG tiene que pagar todavía 4.000 euros que restan de las obras del local. La ONG paleña anima a los vecinos a colaborar, bien como socios o como voluntarios, ayudando en el comedor. El esfuerzo vale la pena.